Dosis y tipos de fertilizantes: Dependiendo del tipo de fertilizante utilizado, los daños pueden producirse por toxicidad del NH3, por los efectos de la sal o por una combinación de ambos. Normalmente, el riesgo de daños en las semillas aumenta a medida que se incrementan las dosis de fertilizante.
Factores del suelo: Cuando el suelo está casi saturado, los efectos tóxicos del fertilizante se diluyen, por lo que las semillas pueden germinar y desarrollarse con menos problemas. Cuando las condiciones son muy secas o se prevé que lo serán durante las fases críticas de crecimiento, los efectos tóxicos son mayores y las dosis de fertilizante deben reducirse para compensar esta situación. Las condiciones húmedas y secas extremas, los residuos pesados y la presencia de rocas también pueden provocar una colocación errática de las semillas, un contacto deficiente entre la semilla y el suelo y/o una separación deficiente entre la semilla y el fertilizante. Los suelos de textura fina, incluidas las arcillas o las arcillo-limosas, tienden también a reducir estos efectos tóxicos mejor que los suelos gruesos o arenosos, debido a su capacidad para retener más agua y absorber las partículas de fertilizante. Los suelos con mayores niveles de materia orgánica también pueden reducir los riesgos de daños.
Configuración del sistema de siembra: Un ajuste incorrecto de la profundidad de siembra, la presión de compactación, la velocidad y el caudal de aire puede comprometer la colocación de las semillas y el fertilizante, así como la calidad general de la operación de siembra. Se recomienda encarecidamente consultar el manual del operador para asegurarse de que utiliza el sistema de la forma prevista.
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